La es la espada en la que estoy trabajando actualmente, es una gladius Hispaniensis. Tomando como referencia los ultimos restos arqueologicos y las descripciones de los textos antiguos me he puesto manos a la obra.
Gladius Hispaniensis (Resto Arqueologico) |
Esta espada es una version celtíbera de La Tene gala, sus características principales son su potente punta y el pomo trilobulado hecho íntegramente de madera, de la manera más austera posible, pues en plena segunda guerra punica Roma luchaba por su supervivencia y no habia cabida para florituras ni lujos, como tal vez muestran las peliculas.
Este es el resultado final, ahora solo falta hacer una buena vaina y lista para las fiestas. La verdad es que viendo el acabado, tiene mucho sentido el miedo que producía en los Macedonios, al ver a sus compatriotas despedazados por esta belleza, cosa que también conocieron los Carthagineses.
Esto dos mil doscientos y pico años después sigue siendo un arma, por lo que es meramente de exhibición y no se debe utilizar para otro fin que no sea enseñarla, explicar el por que y guardarla, en su vaina, sin que ni siquiera pase a otras manos. Es por lo que llevare una espada de madera a la batalla.
Espero que guste, siendo mi primera espada creo que no esta nada mal, próxima entrada Cardiophilax Romano.
Ya están aquí las fiestas... ROMA VICTRIX!!!
Durante mucho tiempo se creyó que la espada tipo "MAINZ" era lo que los romanos llamaban "GLADIUS HISPANIENSIS", ya que era la copia de una espada española procedente de la época de las guerras Púnicas. Sin embargo, estudios recientes han demostrado que el tipo "MAINZ" no fue usado en época tan temprana y que aparentemente no tiene una conexión directa con la espada española, y su parecido no es tan grande como se suponía. Un número creciente de hallazgos demuestran que el gladius hispaniensis medía de 60 a 68 cm. de largo sin incluir la empuñadura, y de 4 a 5,5 cm. de ancho. Algunas hojas se estrechan ligeramente en el centro mientras que otras tienen los lados paralelos. Las puntas varían de 10 a 25 cm. de largo y tienen los lomos redondeados. Desafortunadamente ninguna empuñadura ha sobrevivido, lo que indicaría que probablemente estaban hechas de madera. En el volumen 8 del "Journal of Roman Military Equipment Studies" se puede encontrar toda la información sobre el tema.
Esto dos mil doscientos y pico años después sigue siendo un arma, por lo que es meramente de exhibición y no se debe utilizar para otro fin que no sea enseñarla, explicar el por que y guardarla, en su vaina, sin que ni siquiera pase a otras manos. Es por lo que llevare una espada de madera a la batalla.
Longitud de hoja: 58 Cm
Longitud Total: 90 Cm
Anchura máxima de la hoja: 4 Cm
Peso: 600 Gramos
Equilibrio: a 10 Cm de la guarda.
Fragmentos de textos clásicos:
Suda, fr. 96 (Guerras celtiberas, s. II a. C.):
“Los celtíberos difieren mucho de los otros en la preparación de las espadas (machaira). Tienen una punta eficaz y doble filo cortante. Por lo cual los romanos, abandonando las espadas de sus padres, desde las guerras de Aníbal cambiaron sus espadas por las de los iberos. Y también adoptaron la fabricación, pero la bondad del hierro y el esmero de los demás detalles apenas han podido imitarlo”
Polibio, II, 30, 8. (Batalla de Telamón):
“En la seguridad que proporcionaba el uso de escudos y espadas sufrían gran desventaja. La espada gala sólo hiere de filo“. (Esto es lo que dice al respecto de la frase en cursiva el Manuel Balasch: “El texto griego presenta aquí una laguna, y la traducción subrayada responde a una conjetura de Schweihgäuser, aceptada sólo parcialmente por los traductores posteriores, pues el texto propuesto por el editor de la dindorfiana prosigue, traducido: “y la espada romana es eficaz en su punta y en el golpe por ambos filos”)
Polibio, II, 33, 3-6 (Batalla de Telamón):
Se ha notado ya que, por su construcción, las espadas galas sólo tienen eficaz el primer golpe, después del cual se mellan rápidamente, y se tuercen de largo y de ancho de tal modo que si no se da tiempo a los que las usan de apoyarlas en el suelo y así enderezarlas con el pie, la segunda estocada resulta prácticamente inofensiva. Los tribunos entregaron a las unidades emplazadas en primera línea las lanzas de los triarios, situados detrás de ellos, y ordenaron a los soldados usar las espadas sólo como sustitutivo. Entonces, en formación, arremetieron de frente contra los galos. Así éstos emplearon sus primeros golpes contra las lanzas, con lo que sus espadas quedaron inútiles. Los romanos entonces acudieron al combate cuerpo a cuerpo y los galos perdieron eficacia, al no poder combatir levantando los brazos, que es la costumbre gala, puesto que sus espadas no tienen punta. Los romanos, en cambio, que utilizaban sus espadas no de filo, sino de punta, porque no se tuercen, y su golpe resulta muy eficaz, herían, golpe tras golpe, pechos y frentes, y mataron así a la mayoría de enemigos”.
Polibio, III, 114, 2-4 (Batalla de Cannae):
“Los iberos y los galos tenían el escudo muy parecido, pero en cambio las espadas eran de factura diferente. Las de los iberos podían herir tanto de punta como por los filos; la espada gala, en cambio, servía sólo para herir de filo, y ello a cierta distancia”.
Polibio, VI, 23, 6-7 (Hablando posiblemente de la panoplia del ejército romano durante la Segunda Guerra Púnica, aunque bien pudiera referirse a su propia época):
“A este escudo le acompaña la espada, que llevan colgada sobre la cadera derecha y que se llama la “española”. Tiene una punta potente y hiera con eficacia por ambos filos, ya que su hoja es sólida y fuerte”.
Claudio Quadragario, Fr. 10b (361 a. C.) Anacrónico:
“Scutum pedestri et gladio hispanico cinctus [sc. Titus Manlius] contra Gallum cinstitit… atque Hispanico [sc. gladio] pectus hasuit“
Livio, VII, 10, 5 (361 a. C.) Anacrónico:
“A continuación, sus compañeros le dan las armas al joven: toma el escudo de infantería, se ciñe la espada hispana, apropiada para la lucha cuerpo a cuerpo”.
Livio, XXII, 46, 5 (Batalla de Cannae):
“Los galos y los hispanos tenían escudos casi de idéntica forma, mientras que las espadas se diferenciaban en forma y tamaño: las de los galos, muy largas y sin punta; las de los hispanos, manejables por cortas y con punta, pues estaban acostumbrados a atacar al enemigo clavando más que dando tajos”.
Livio, XXXI, 34, 4 (200 a. C. Guerra contra Macedonia):
“Y es que, acostumbrados a luchar contra griegos e ilirios, habían visto heridas producidas por jabalinas, flechas, y rara vez lanzas; pero cuando vieron los cuerpos mutilados por la espada hispana, con los brazos cortados con hombro y todo, los cuellos seccionados por completo con las cabezas separadas del tronco, las vísceras al aire y otras terribles heridas, se daban cuenta, en una reacción general de pánico, de la clase de armas y guerreros con que iban a tener que combatir”.
Livio, XXXVIII, 21, 13 (189 a. C. Contra los galos):
“Estos soldados tienen un escudo de tres pies y venablos en la diestra para usar a distancia, se ciñen la espada hispánica, y si hay que combatir cuerpo a cuerpo pasan los venablos a la izquierda y desenvainan la espada”.
Aulo Gelio, N. Att., 9, 13, 14 (361 a. C.)Anacrónico:
“Scuto pedestri et gladio hispanico cintus contra Gallum cosntitit”
Vegecio, I, 12 (sobre la eficacia de la estocada con la punta):
“Además, aprendían a herir no a tajos, sino con la punta. Pues los romanos a los que luchaban con
el filo no sólo los vencían con facilidad, sino que se burlaban de ellos. El tajo, por mucha violencia
que lleve no suele matar, como quiera que los órganos vitales son defendidos tanto por la armadura
como por los huesos; por el contrario, las estocadas con la punta que se introduzcan un par de
uncias son mortales, pues es inevitable que, al penetrar, alcancen algún organo vital. Por otra parte,
cuando se ataca de filo, se deja sin defensa el brazo y el costado derechos; en cambio, al atacar de
punta, con el cuerpo a cubierto, el enemigo es herido mortalmente antes de que pueda darse cuenta.
Por ello, es cosa sabida que los romanos en combate empleaban preferentemente esta manera de
atacar.
Los escudos de mimbre y garrotes de peso doble al de las armas de ordenanza se les proporcionaban para que, cuando el recluta tomara las auténticas menos pesadas, peleara con más seguridad y agilidad, como si se viera liberado de una agobiante carga”.