Con este titular nos recuerda, el periódico "la verdad", esta falta de interés por la historia y por que otros la conozcan. Tanto costara hacer una placa de bronce o de lo que sea y colocarla..... sin palabras.
Casi cinco meses sin placa en Torreciega
El monumento sepulcral romano del siglo I Antes de Cristo ubicado a la entrada a Torreciega lleva casi cinco meses sin su placa identificativa, que desapareció de su base. Este distintivo metálico daba información detallada del timpo de construcción y de su origen. Aunque la obra se encuentra en buen estado de conservación, la falta de la placa cuestiona el interés de las concejalía de Cultura y Turismo del Ayuntamiento por el cuidado del patrimonio y la imagen turística de la ciudad. Fuentes municipales aseguran que el monumento pertenece a la Federación de Carthagineses y Romanos y que es este colectivo quien debe encargarse de su mantenimiento. El presidente del colectivo festivo, Antonio Madrid, aseguró sin embargo que depende exclusivamente del Ayuntamiento. Mientras festeros y consistorios mantienen esta discrepancia, el monumento sigue sin identificar.
La Torre Ciega es un monumento sepulcral romano del siglo I a. C. que se encuentra en las afueras del casco histórico de Cartagena. El monumento era parte de una gran necrópolisque se encontraba situada junto a la vía principal de entrada en la ciudad. Es una de las tres torres funerarias romanas mejor conservadas de la península ibérica, con la Torre de los Escipiones (Tarragona) y la Torre de Sant Josep (Villajoyosa).
Hasta mediados del siglo XX era el único monumento que quedaba en pie de la antigua ciudad romana de Carthago Nova. Se tienen referencias escritas de este monumento desde el siglo XVI ya que aparece descrito en el Discurso de la Ciudad de Cartagena de Francisco Cascales quien llegó incluso a mencionar la existencia de restos peor conservados de, al menos, otras diez torres sepulcrales similares. Durante los siglos XVII y XVIII fue objeto de la curiosidad de diferentes escritores ilustrados que visitaron la ciudad.
Gracias a los grabados antiguos se sabe por la inscripción que se conservaba en una de sus caras, hoy muy deteriorada e ilegible, que el monumento estaba dedicado a Tito Didio, que fue procónsul de la Hispania Citerior en el año 94 a. C.
El recubrimiento exterior del monumento está realizado en opus reticulatum: revestimiento reticulado conseguido a partir de pequeñas roca ígneas de andesita de forma piramidal, procedente del cercano Cabezo Beaza, que se clavaban en el mortero, opus caementicium, aún fresco, aplicado como revoque. Asimismo los ángulos del cuerpo inferior se encuentran reforzados por pequeños bloques de piedra caliza con una moldura idéntica a la que culmina el basamento.
Hasta el siglo XVIII el monumento se encontraba muy bien conservado, sin embargo, las leyendas de tesoros albergados en su interior llevaron a los vecinos a perforar el monumento, por lo que llegó en estado muy ruinoso a mitad del siglo XX, cuando fue restaurado por Pedro San Martín.
En las excavaciones realizadas en el entorno del monumento se ha constatado la presencia de una gran necrópolis romana correspondiente al periodo de mayor esplendor de la ciudad y en la que han aparecido numerosos restos materiales como urnas cinerarias y lápidas que se conservan en el Museo Arqueológico Municipal de Cartagena.